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Mònica Mir explica cómo la tecnología IBEC puede mejorar vida de los pacientes con trasplantes

Actualmente ya hay técnicas para detectar la isquemia, pero son caras y a menudo aportan falsos positivos, además de que pueden ser muy invasivas. Por este motivo muchos médicos han dejado de usarlas y han vuelto a los métodos tradicionales, es decir, evaluar el color y la temperatura para decidir si llevar a cabo una vascularización.

Pero este método no es suficiente para evaluar una microvascularización. Se trata de un procedimiento del siglo xxi realizado con técnicas de supervisión del siglo xx. La aplicación de una intervención tan compleja no debería basarse en criterios subjetivos. Por eso hemos desarrollado un microsensor de fácil implantación que puede detectar estas vascularizaciones anómalas.

¿Se puede usar para supervisar la vascularización de tejido que no sea del paciente?

Sí, de hecho, lo que supervisamos es la perfusión en la vascularización de dos tejidos, por eso el origen de los tejidos no es relevante. Si la perfusión entre los dos tejidos no es la adecuada, el tejido trasplantado podría degradarse en uno o dos días. En el caso de trasplante de órganos, podría producirse una insuficiencia del órgano trasplantado, por eso es tan importante que funcione.

¿Cómo se usará esta tecnología?

Se ha diseñado para el uso postoperatorio en hospitales, ya que estos problemas suelen surgir en las primeras horas tras la cirugía. El microsensor se inserta mediante una aguja, que puede extraerse para mayor comodidad del paciente, y cuando termina la revisión se extrae fácilmente del tejido.

¿Qué aportó CaixaImpulse al proyecto?

Fue una plataforma excelente para mejorar nuestra tecnología. Pero creo que lo mejor de esta beca es lo que puedes aprender. Te aportan mucho conocimiento sobre negocios e inversores, y te ayudan a construir una red fuerte.


Fuente: CaixaCiencia